III Congreso Ideológico, resultados de encuentros sectoriales: Macroecumenismo

-III Congreso Ideológico de Partido Frente Amplio: “Construyendo Esperanza”

PRESENTACIÓN

El presente documento recoge y sintetiza reflexiones en torno a creencias principalmente religiosas y espirituales las cuales se han concebido primero como ecumenismo y después como macroecumenismo. El primer concepto se ubica como una preocupación eminentemente del cristianismo por la búsqueda de entendimiento, reconciliación y unidad entre las diversas iglesias dispersas y con alguna frecuencia en tensión y conflicto. El concepto de macroecumenismo amplía la perspectiva para incluir la gran diversidad de creencias religiosas más allá del cristianismo, aunque sin excluirlo. Se trata de un movimiento extenso, amplio, orientado a una praxis transformadora de las religiones, espiritualidades y de las no creencias hacia un encuentro por la justicia, la paz, la felicidad y armonía entre humanos y con la naturaleza.

Desde décadas atrás, el espíritu ecuménico en América Latina ha transitado por muchos derroteros, los que las realidades mundial, continental, nacional, local y comunitaria le han impuesto. Así, lo ecuménico ha pasado de la preocupación-esperanza cristiana por el encuentro entre las diversas espiritualidades religiosas, para caminar hacia la urgencia por una comprometida y prometedora praxis común de liberación, en un contexto de muerte, exclusión y opresión. Es una apuesta que convoca a sujetos de fe y a no creyentes a compartir la acción y testimonio público hacia un cambio de modelo de vida: salir de las lógicas utilitarias, mercantilistas y privatizadoras, a un modelo de desarrollo más humano, colectivo, comunitario y organizado de felicidad y buen vivir. (Centro de Estudios Ecuménicos, México DF. Agenda Latinoamericana 2014)

El proceso de colonización de nuestra región está marcado por siglos de subordinación con ropaje católico. En las últimas décadas, presenciamos una nueva colonización compuesta por confesiones religiosas pentecostales, provenientes especialmente de Estados Unidos y Europa. Esta ola pentecostal responde a la disputa del campo misionero históricamente hegemónico de la Iglesia Católica Actualmente, no solo las iglesias pentecostales buscan espacios entre las personas en la región. Hay un interés por nuevas formas de relacionarse

con lo trascendente y con lo sagrado. Bastián (2012) llama a este fenómeno mutación religiosa, indicando que en las últimas cuatro décadas este fenómeno es más evidente, creando un mercado religioso pluricultural, sincrético y competitivo. Estas mutaciones responderían a causas económicas, políticas y sociales –en el campo y en la ciudad- como la transnacionalización de las redes de comunicación, empobrecimiento y anomia de las masas, ausencia de movimientos sociales autónomos, juego político cerrado y al fracaso del

catolicismo integrista aliado a los Estados.

ORIGEN DE LA TEOLOGÍA LATINOAMERICANA DE LA LIBERACIÓN

La teología Latinoamericana de la Liberación consiste en un conjunto de reflexiones y escritos desde las décadas de los 60 y 70 por actores latinoamericanos (Lowy. 1999), que vinculan o combinan pensamientos religiosos con teorías críticas de las Ciencias Sociales como el marxismo, se solidariza, siendo tomando participe de las luchas sociales por la liberación de los pueblos latinoamericanos. La relevancia de este movimiento se da principalmente en Centroamérica y Brasil. Dussel (1980) la define como “aquella teología que puede ser marginal u oficial, explícita o implícita, erudita o espontánea, ciertamente popular, que se articula con las clases subalternas de los países oprimidos” (p. 437).

El surgimiento de la teología de la liberación no tiene fecha definida dado a que como cualquier fenómeno social respondía a procesos que se venían desarrollando desde mucho tiempo atrás. Sin embargo, la mayoría de estudios históricos enmarcan su auge a finales de la década de los sesenta y la década de los setenta.

Para esta época América Latina atravesaba las consecuencias de la Guerra Fría y las políticas globales. La pobreza y la desigualdad que enfrentaban los países latinoamericanos ante el desarrollo de un modelo económico capitalista, así como los conflictos políticos y armados como la Revolución Cubana y los recorridos golpes militares facilitaron el escenario para el surgimiento de una afinidad electiva entre religión y teorías críticas como el marxismo. Tal como lo plantea Samuel Silva (1989) “En el inicio de la década del 60 se dan en América Latina las condiciones materiales y teóricas apropiadas para que los cristianos participen en una praxis política y social que los llevaría a una mayor radicalización…” (p. 29)

Entre las condiciones económicas que en esta época se dieron Silva (1989) señala la crisis de estancamiento de los programas de industrialización y desarrollo generando un nueva dependencia tecnológica y financiera, estancamiento económico, un crecimiento en el desempleo, marginalidad de la población rural y de la población trabajadora, una desnacionalización de la economía, cultura y ejército, entre otras. Esto trajo consecuencias y conflictos a nivel político tales como: la resistencia popular frente al golpe militar en Brasil (1961), instalación de distintos movimientos guerrilleros en Guatemala, la formación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (1961) en Nicaragua, el alzamiento de grupos campesinos en Colombia (1964), el inicio de actividades Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (1970) en El Salvador, entre otros. Es decir, el nacimiento de organizaciones revolucionarias de izquierda en prácticamente todos los países de Latinoamérica.

La teología latinoamericana de la liberación es un fenómeno multicausal, resultado de un contexto latinoamericano complejo en donde existían diversos factores políticos, económicos, sociales y eclesiásticos que se combinaron para favorecer el nacimiento de esta corriente de pensamiento. No obstante, se pueden identificar diversos momentos históricos determinantes para su aparición.

Desde la década de los 50 ya se estaban comenzando a dar renovaciones y transformaciones en la teología europea, en palabras de Lowy (1999) una combinación de cambios dentro de la Iglesia que se desarrollaron de la periferia al centro de la institución y que influyeron significativamente en las discusiones del Concilio Vaticano II en 1959.  Es considerada una de las asambleas más importantes de la Iglesia y que contó con la participación de sacerdotes de todo el mundo. Por otro lado, en un contexto más latinoamericano comienza a surgir un grupo de Obispos con ideas innovadoras y revolucionarias y que deviene en la Conferencia General de Medellín en 1968, en donde se comienzan a discutir los postulados de una teología liberadora (Silva, 2009)

Efectivamente, la Conferencia de Medellín es un hecho histórico y vinculante, puesto que se convirtió en un espacio de diálogo entre distintos sacerdotes y pastores de diversas partes del continente que defendían y representaban las luchas de sus comunidades y regiones, logrando construir una visión común de la realidad latinoamericana, la política y la religión (López, 1974, p.11)

Por otro lado, Lowy (1999) comenta la importante influencia de grupos laicos y académicos en el desarrollo del movimiento que sirvieron para que la Iglesia se nutriera de los avances de las ciencias sociales y de las teorías críticas como el marxismo y la teoría de la dependencia. También se dio una búsqueda de un nuevo pensamiento teológico por parte de órdenes de la Iglesia que gozaban de cierta autonomía como la orden de los jesuitas que estaba compuesta principalmente por intelectuales de las Ciencias Sociales.

La teología de la liberación posee importantes influencias de la teoría de la dependencia que explica el fenómeno del subdesarrollo de Latinoamérica como un “efecto dialéctico del súper desarrollo de los países centrales en un capitalismo periférico y dependiente” (Scannone, 2009, p. 60)  Antes de 1965 la preocupación estaba principalmente en el concepto de desarrollo pero posterior a la conferencia General de Medellín se comenzó a discutir el concepto de liberación, que desde el abordaje teológico trascendía el plano sociológico o económico para darle un sentido humano, se trataba de una liberación humana integral.

Entre sus planteamientos estaba hacer converger la fe cristiana con la vida, con la realidad material de los pueblos y su accionar en la historia. En un contexto tan desigual y violento como el Latinoamericano se buscó acercarse a esa realidad de dolor e injusticia mediante la fe, entonces la teología se convierte en una herramienta de transformación. (López, 1974), La teología latinoamericana de la liberación busca penetrar los fenómenos sociales conflictivos con los ojos de la fe cristiana, busca responder a la pregunta “¿Qué relación hay entre la salvación y el proceso de liberación humana?” (Gutiérrez, 1971, p. 119).

Las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) jugaron un papel preponderante como el modelo organizacional más frecuente del proyecto pastoral comprometido con la praxis liberadora.   En este sentido, los grupos vinculados a la teología de la liberación se unieron para luchar por un bien común “todos ellos reinterpretaron el Evangelio a la luz de esta práctica y en ocasiones encontraron en el marxismo una llave para la comprensión de la realidad social, así como una guía para cambiarla” (Lowy, 1999, p.62). Algunos de sus principios son: La lucha contra la idolatría del dinero, la acumulación y el mercado, la liberación humana en el mundo terrenal como anticipación de la salvación del reino de dios, una crítica aguda moral y social al sistema capitalista dependiente, solidaridad con las luchas de auto liberación de los pueblos y se piensa a los pobres como los actores protagonista de la historia, la transformación y la liberación. (Lowy. 1999)

Esta corriente teológica hace una crítica a la modernidad más no rechaza los postulados de la modernidad como la libertad, fraternidad y democracia. Su crítica se enfoca a la civilización industrial capitalista y sus consecuencias dañinas y perjudiciales contra los pobres de la región. Se aspira llegar a una modernidad utópica de liberación e igualdad a través de un cambio en la historia, pero recuperando algunos valores pre-modernos debilitados por la modernidad capitalista como el sentido de comunidad.

Con el avanzar del tiempo la teología latinoamericana de la liberación ha crecido y se ha diversificado tanto en organizaciones, luchas y temáticas de reflexión. Así es como la discusión se ha pluralizado y enriquecido, incluyendo frentes temáticos como la cuestión de la teología de la mujer, la población y cosmología indígena y el racismo (Dussel, 1980, p. 433)

ACTUALIDAD DE LA RELIGIÓN

La religión, más allá de la crítica que la entiende como la proyección del deseo enajenado del más allá, tiene en la actualidad una importante relevancia y profundo significado social.

La experiencia religiosa ya sea entendida desde la raíz latina religare, esto es, religación o vinculación de la persona con la divinidad o lo sagrado o desde relegere y así referido a lectura, escucha, reconocimiento o también asociado a culto y reglas tiene una actualidad impresionante.

Somos testigos, por lo hechos recientemente vividos en Costa Rica y Latinoamérica, de un fervor religioso que nos ha sorprendido. Sin entrar a darle adjetivos al fenómeno, debemos afirmar que la religión es importante, actual, y vigente. La religión sigue marcando pautas de discusión, atraviesa todas las clases sociales, y ciertos sectores desearían imponer sus creencias y prescripciones éticas a toda la población de su misma confesión o no, creyentes o no creyentes. Muchas personas creyentes buscan, a través de la fe, alivio para sus necesidades, consuelo y refugio para sus problemas de toda índole.

Por otro lado, el surgimiento a la luz pública de casos de abuso sexual, muchos silenciados durante años por obispos, ha generado indignación y desencanto con los actuales modelos de iglesia. Estos hechos han generado una crisis importante de credibilidad en la Iglesia Católica y un distanciamiento de personas creyentes de las que todavía no hay mediciones.

La coyuntura religiosa actual se expresa en alianzas importantes que aglutina sectores de ultraderecha con fundamentalistas cristianos de todas las iglesias en torno a temas como aborto, matrimonio igualitario, fecundación in vitro, eutanasia.

Además, existe una tendencia creciente hacia la valoración de la política partidaria y la entrada en la disputa de poder. Se espera que esta tendencia se mantenga e incremente en los próximos años y con eso se continúe reconfigurando el cuadro de la política costarricense.

Es necesario poner una mayor atención en la relación entre religión y política y el ascenso en la popularidad de grupos religiosos ultraconservadores fácilmente manipulables por sus líderes.

Los grupos fundamentalistas han logrado crear todo un mundo adecuado para la atracción de personas en condición de vulnerabilidad. Han abarcado labores propias del Estado allí donde el Estado es omiso y se concentran grupos poblacionales en desventaja.

La estructura partidaria del FA debe tener capacidad autocrítica para reconocer sus errores. Se les falló a las personas empobrecidas en sus expectativas y las iglesias ocuparon los lugares vacíos de atención y presencia del Estado.

El resultado ha sido una polarización social. Un sector cree en la religión como la panacea de los problemas, otro sector religioso está desencantado y se declara no practicante, todavía otro sector importante desprecia la vía religiosa por ser refugio de ilusos y desearía un Estado laico indiferente a la religión.

La izquierda tampoco se salva del descrédito, la desconfianza y la caída en el apoyo popular, lo cual se manifiesta en la región latinoamericana con prácticas incoherentes de ciertos líderes, así como escándalos de corrupción.

Es reivindicativo que se pueda abordar críticamente la relación entre política y religión. La izquierda ha discriminado los credos invisibilizando prácticas liberadoras religiosas como la teología de la liberación. Es pertinente afirmar categóricamente: no hay contradicción entre ser de izquierda y practicar una religión liberadora.

A lo interno de la izquierda es necesario sensibilizarse sobre el plano religioso, se vuelve urgente realizar una labor de sensibilización, orientada a la construcción de una esperanza, la cual involucra la fe y la posibilidad de construir un mundo más justo y solidario sin que se recurra a la manipulación de la fe religiosa.

¿Se debe mezclar política y religión? Es una pregunta inadecuada por ser un hecho social constatable. La cuestión que interesa es que las religiones deben someterse a un marco de derechos humanos y de ninguna forma deben pretender imponer prácticas o principios éticos al resto de la población que profesa otras creencias o que no profesa ninguna.

La importancia de lo religioso se entiende desde una perspectiva macroecuménica de aceptación de la diversidad de creencias y de maneras de imaginar la divinidad, o divinidades, de aceptar la igual validez de textos sagrados, así como la aceptación de otras expresiones de lo sagrado.

La espiritualidad es un concepto amplio que incluye y sobrepasa al concepto de religión. Las religiones son estructuradas mediante credos, liturgias, principios éticos y doctrinas en cuanto las espiritualidades se entienden sin estructuras e inherentes a toda persona en tanto principios que animan las personas a actuar.

La espiritualidad es vivir la vida con espíritu y el espíritu es aquella fuerza que nos mueve actuar. Puede ser que el espíritu que nos mueve a actuar sea de naturaleza religiosa pero también puede que no lo sea.

Costa Rica es un país multiétnico y pluricultural. Aquí vivimos y convivimos religiones y espiritualidad distintas como la indígena, la afrodescendiente, entre muchas otras. El Estado debe garantizar la libertad religiosa y de espiritualidades asegurando la convivencia y la paz de los que creen y de los que no creen.

Adoptar una creencia es una facultad propia de las personas de hacerlo o no hacerlo, pero no le compete al Estado elegir tener un credo o confesión. El Estado debe ser laico, no confesional y garante de las creencias e increencias.

Las espiritualidades aportan a la política el camino de la transparencia contra la corrupción y las prácticas antidemocráticas, la bondad versus la perversidad y la deshumanización, la horizontalidad versus la prepotencia, la diversidad versus la globalización.

Es necesario el retorno al proyecto original, esto toca lo político, la izquierda debe tener claridad de los espacios que están solventando los fundamentalistas, espacios abandonados por ella hace ya varios años. Si bien es cierto, hay denuncias de abuso graves contra personas religiosas en especial en la iglesia católica, también, se encuentran situaciones de abuso dentro de las otras denominaciones eclesiásticas, pero la política no escapa de tales hechos. La integridad de los líderes espirituales, pasa por una vida limpia, transparente; la

corrupción destruye todo proyecto, sea religioso o político, esto en los Partidos de izquierda es todo un reto, y en los deberes de la izquierda encontramos una reticencia.

¿Cuál es la espiritualidad del Frente Amplio?

Podría ser una espiritualidad macroecuménica, no confesional, dialógica e intercultural, respetuosa de las personas creyentes y no creyentes, orientada a promover la paz, la equidad y el buen vivir de sus habitantes.

PROPUESTAS/RECOMENDACIONES

1. Cuidar en no utilizar las creencias y religiones como forma de instrumentalismo electoral por parte del Partido, como han hecho otros partidos políticos, especialmente relacionado a la manipulación de las poblaciones más vulnerables.

2. Utilizar un lenguaje inclusivo y sensible a todas las formas de creencias y no creencias, como, por ejemplo: espiritualidades, místicas, creencias religiosas.

3. Retomar y fortalecer el trabajo de base, en las comunidades marginadas y empobrecidas. Se trata de un trabajo permanente que haga de los grupos y personas de estas comunidades sujetos en la construcción de la propuesta del partido.

4. Mantener un sentido crítico y vigilante, respeto a los diferentes grupos religiosos presentes en la sociedad costarricense, manteniendo como criterio el respeto a los derechos ciudadanos, a los derechos de las humanas y humanos.

5. Buscar un acercamiento a las comunidades que sea capaz de comprenderlas y desarrollar acciones que considere su diversidad y complejidad, también del punto de vista cultural y religioso, para eso buscar como partido comprender los cambios que suceden en ese campo, en ese tema específico. Sería importante incorporar la temática del fenómeno religioso y de los cambios en las creencias y prácticas religiosos, en los procesos de formación de los miembros del partido.

6. Ser un instrumento de escucha, solidaridad y denuncia de cualquier tipo de atropello o abuso por parte de integrantes o líderes religiosos hacia sus feligreses, de forma especial, sensible a la violencia de género existente dentro de las instituciones religiosas. Relacionado a esto, se debe hacer un análisis de la estrecha relación que hay entre la religión y género, es la parte más sensible de estos sectores, ya que la mujer tiene suele tener una posición decorativa, dependiente y sublevada bajo el dominio patriarcal, aunque en unas comunidades de fe más que en otras, sin embargo, siempre es actitud de debilidad y necesitada de protección, siendo ellas las que mueven realmente la vida en estas comunidades de fe.

7. Buscar, a partir de un trabajo conjunto con otros sectores y organizaciones sociales, formas efectivas de visibilizar y denunciar discursos y prácticas religiosas que fomenten el odio y la exclusión de otros grupos sociales (mujeres, personas LGBTIQ, comunidades ancestrales indígenas y afrodescendientes y otras).

8. Trabajar con las comunidades la comprensión acerca del estado laico, la importancia que tiene en la actual coyuntura y la posibilidad existente en este tipo de gobierno para visibilizar la diversidad multicultural y multi-religiosa presente en nuestro país. Recuperar la laicidad del Estado, requiere proceso de estudio con profundo respeto de lo religioso. Apoyar el Estado laico porque éste no es persona, el mismo reconoce la diversidad de creencias y las no creencias, neutralizando la propaganda que ha dicho que se quiere eliminar todas las religiones. El discurso del Estado Laico debe ser aquel que enriquece la diversidad de cada quien. La Agenda Ética en derechos humanos debe estar emparejada con el Estado Laico.

9. Promover la diversidad y pluralidad de expresiones culturales y religiosas en el país dentro del marco del respeto a los derechos humanos.

10. Promover el diálogo respetuoso con las espiritualidades indígenas de Costa Rica y garantizar sus derechos como tierra territorio, cultura, identidad, idioma y acceso a servicios del Estado en igualdad de condiciones al del resto de la ciudadanía.

11. Enriquecer las reflexiones sobre inclusión y respeto utilizando como recursos el arte en todas sus formas de expresión. El ámbito artístico y cultural aporta herramientas valiosas para desarrollar un discurso de inclusión y respeto a la diversidad cultural y religiosa. Se trata de una de las herramientas más fuertes para generar la conciencia en la población, esta debe ser llena de alegría, colores y leguaje sencillo. Es necesario impulsar grupos de diversas expresiones de arte. Hacer uso de este recurso enriquecerá la reflexión/opción ecuménica y macroecuménica del partido.

BIBLIOGRAFÍA

Dussel, E. (1980). Hipótesis para una historia de la teología en América Latina 1949- 1980.

Gutiérrez, G. (1971). Teología de la liberación. Ediciones Sígueme: Salamandra.

López, T. (1974). Teología Liberadora en América Latina. Ediciones Paulinas: Bogotá.

Lowy, M. (1999). Guerra de Dioses. Siglo 21: Madrid.

Scannone, J. (2009). La filosofía de la liberación: historia, características, vigencia actual. Teología y Vida (50): 59-73.

Silva, S. (2009). La teología de la liberación. Teología y Vida (50): 93-1119.